Rescato las siguientes líneas del libro de «Cara a cara con mi dolor» de Jenny Moix:
«Cuando queremos controlar los pensamientos que provoca dolor, lo que en realidad conseguimos en muchas ocasiones, es generar hipervigilancia, esto es, estamos constantemente prestando atención al dolor y las sensaciones que conlleva para controlarlas e incluso eliminarlas. Y la hipervigilancia lo que suele generar es que sintamos todavía más dolor y sobre todo frustración porque no podemos controlarlo»
En pocas palabras, entre más fijación tengamos en el «todo me duele y el nada puedo» más síntomas generará la FM, eso suena lógico; pero ojo, si nuestro día fluye en ponerle demasiado atención a los detalles, aunque sea para bien, igualmente la llamamos y la hacemos presente.
Porque si mis frases del día son:
-Voy a dejar de tomar café porque me despierta el dolor
-Voy a hacer yoga porque me relaja, estira mis músculos y me quita el dolor.
-Voy a tomar té de manzanilla en las noches para dormir mejor, tener sueño reparador y despertar sin dolor.
¿Te fijas? aunque sean cambios de hábitos y actitudes y acciones positivas todas tienen presente la palabra dolor. Ahí está el detalle, ahí está presente la hipervigilancia al dolor y por ende la generación de los síntomas.
Si solo piensas en la FM (para bien o para mal) durante el día, seguramente atenderá tu llamado. Es como cuando estás pensando en una persona y en ese instante suena tu teléfono y ves que es ella; seguro le contestas diciendo»te llamé con el pensamiento».
Este tema me hizo regresar a un momento de mi vida:
Hace un poquito más de 6 años tuve una cesáera, de la cual nació mi bella hija Atia. Quien a horas de haberla abrazado por primera y única vez, notaron un problema serio de corazón y los siguientes días los pasó entre cirugías y yo corriendo de mi habitación a los cuneros a verla en cuanto me daban oportunidad de hacerlo.Corriendo, literal, sin sentir dolor alguno de la cesárea, porque mi corazón y mente tenía alguien más importante en quien ocuparse. Las enfermeras me veían pasar como bólido y me pedían recordara que debía tener cuidado por la herida. ¿Sabes una cosa? no me acuerdo de ese dolor físico. Dejé de hipervigilar mi dolor y por ende dejé de sentirlo. Este ejemplo es extremo, pero aplica en muchas circunstancias.
Hace unos 5 años intenté abrir un blog y no estaba lista, justamente estaba llegando a una nueva ciudad, no tenía mucho qué hacer y sólo pensaba en el blog y la FM; le puse demasiada atención a la enfermedad que la traje de regreso. Así que lo dejé a un lado, seguí con mi vida, me enfoqué en aprender más sobre mí, el cómo la vivo, en el cómo reacciona mi cuerpo a lo tangible y lo intangible, en el cómo hacer funcionar el proyecto sin que me afectara (aunque fuera positivo) y a que fuera solo una de las cosas en qué ocuparme. Ahora el blog y la FM son solo una de las pelotitas que tengo que malabarear, así que no toda la atención está puesta ahí.