Cuando empezamos poco a poco a analizar la situación, verla desde otro punto de vista, de hablar pero también de saber escuchar entonces vamos por el buen camino. Hay que tratar de ser flexibles y de ser capaces de ver que hay diferentes posibilidades, siempre y cuando quitemos esos pretextos, argumentos o ideas. O abrimos el paracaídas  o azotamos en el pavimento…

Uno de mis «mottos» en la vida

A quitar del camino todo aquello que no nos haga bien: información, situaciones y /o personas. Si no nos hace bien que tampoco nos haga mal, si no ayuda que no perjudique, no crees?

Así o más claro?

 

“Alabo en voz alta, culpo suavemente”

Catalina II, La Grande

Es una frase que se ha usado en la educación y autoestima de los hijos; cuando algo lo hace bien grítalo a los 4 vientos, si hay algo en qué llamarle la atención hazlo en privado. Sin embargo la apliqué de otra manera, enfocándolo al tema que nos atañe aquí: vivir con Fibromialgia.

Una de las formas para cambiar la frecuencia y sentirse mejor, es precisamente echarte porras y dejar de quejarte todo el tiempo. Si solo te levantaste de la cama al baño, estoy segura que vas a decir “achh solo me pude levantar al baño pero qué agobio, no puedo hacer nada, etc etc” en lugar de decir «yeih, me pude levantar de la cama y dar 5 pasos al baño, muy bien, por algo se empieza, hip hip hurra!”.

Ambas actitudes a la misma acción van a tener una reacción así como ambas van a tener un impacto en las personas que nos rodean, positiva o negativamente, Tú decides. Por ello, hoy te invito a que te eches porras por cada pequeño logro, que las personas a tu alrededor te vean sonreir y que cada vez tus quejas sean menos.

Aprendiendo de Renoir

Cuando el Pintor Impresionista Francés Auguste Renoir se encontraba confinado durante la última década de su vida. Henri Matisse, casi 28 años más joven que Él era su gran amigo y compañero. Matisse lo visitaba diario. Renoir, casi paralizado por la artritis, continuaba pintando aun sus dolorosas deformidades. Un día Matisse observaba al pintor trabajando en su estudio mientras luchaba con el dolor que le causaba cada pincelada. A lo que acongojado preguntó: «Auguste, por que sigues pintando cuando tienes tanta agonía?» y entonces Renoir contestó:

«El dolor pasa, pero la belleza perdura».